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lunes, 20 de diciembre de 2010

"Ya tenemos AVE... ¿y ahora qué?", por José Vidagany, secretario general de Coalicio Valenciana

El AVE ha llegado a la Comunidad Valenciana, y quizás en este momento sea incorrecto hacer alguna pregunta sobre el verdadero impacto económico que traerá a nuestra tierra o la realidad social en la que están inmersos los cuatro barrios emblemáticos de la ciudad de Valencia en los que se ha construido este macroproyecto. Sería mucho mejor dejarse llevar por la corriente dominante de la autocomplacencia, pero nuestra función es justamente la contraria, ya que cuando los medios de comunicación y los gobiernos central, autonómico y local pretenden vendernos unas desmedidas bondades de este proyecto, debemos de cuestionarlo de una forma constructiva.

No cabe ninguna duda de que la Comunidad Valenciana era merecedora de que se construyese el AVE Madrid-Valencia, quizás incluso veinte años antes de la fecha actual, como nos vendieron los gobiernos centrales tanto del PP de Aznar como del PSOE de Zapatero, puesto que la tercera capital de España no puede permitirse el lujo de perder el tren del desarrollo y la innovación que supone una obra tan importante. Pero esto, nada tiene que ver con dos cuestiones que nos han vendido los políticos, o siguen haciéndolo, simplemente por el hecho de querer crear unas falsas expectativas en los ciudadanos.

La primera de las falsas verdades sobre las que se han cimentado las vías del AVE, es el impacto económico que su construcción supondrá para la Comunidad Valenciana, la cual se ha traducido en la supuesta creación de más de 32.000 puestos de trabajo.

Todos sabemos que el papel y los números son muy sufridos, y más cuando la política quiere manipularlos. Así, debemos pensar que la Comunidad Valenciana no estaba aislada del centro de la península, y tanto por carretera como por tren o avión tenemos unas buenas conexiones, por lo tanto, el irrefutable axioma de que el AVE traerá más de 3.500.000 de nuevos turistas y creará 32.000 nuevos puestos de trabajo no se sustenta de ninguna forma. Pero es más, si ese impacto económico queremos relacionarlo con el progreso de nuestra industria y comercio, también estamos faltando a la verdad, puesto que la alta velocidad en España se ha centrando exclusivamente en el usuario particular, y no así en el transporte de mercancías, sobre el que nada le afecta y que sigue utilizando las comunicaciones habituales.

Por otro lado, y si nos referimos a la gestión del Ayuntamiento de Rita Barberá en la llegada del AVE y la farsa del Parque Central, la cuestión es muy preocupante para los vecinos que viven en los barrios adyacentes a la nueva estación Joaquín Sorrolla. Desde hace dos décadas, la degradación y falta de servicios sociales y municipales ha sido condicionada a la supuesta llegada del AVE y la creación del Parque Central, donde se ubicarían esos recursos ciudadanos. Ahora, tenemos un magnífico parque central de cemento y un auténtico fraude orquestado por la alcaldesa Rita Barberá, que ha sido incapaz de exigir la construcción del Parque Central a la par que se creaba el macro parque de cemento y hierro.

Que un vecino de la ciudad de Valencia tenga que caminar treinta minutos para poder acudir a su centro de salud o que no disponga de ninguna biblioteca pública, centro de tercera edad u oficina municipal de distrito es lamentable y responsabilidad de la alcaldesa Rita Barberá, que no ha sabido defender frente al gobierno central y autonómico la creación del Parque Central.

En definitiva, tenemos AVE, que es un buen proyecto para la Comunidad Valenciana, pero que ningún político intente ponerse medalla alguna que no le corresponde.

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